martes, 29 de septiembre de 2009

¿Reflejo Social o pura coincidencia?



El cine venezolano de la década de 1970 es, desde una óptica muy personal, un collage “hermosamente bienintencionado” de denuncias de índole económico, político y social.
El crítico de cine Alfonso Molina, expone en su escrito “Cine Nacional: 1973-1993”, que la producción nacional de esa década (1970) fue cincelando un perfil claramente testimonial, de fuerte tono realista, de transparente dimensión colectiva que delataba su afán de expresión de la realidad (considero que estas características han llegado, en mayor o menos medida, hasta nuestros días).
Los conflictos sociales y políticos son tratados dentro de la diégesis del filme con mucha crudeza, con una narración directa (sin mucha elaboración “poética”) para mostrarle al espectador aquella realidad que ya conocía pero que necesitaba que le reafirmaran, así como lo expone A. Molina: “nuestro cine, consolidó una postura social en la cual las películas decían lo que otros medios de comunicación no se atrevían a confesar”.
Es decir, el Cine Nacional protegido bajo el escudo que llamaremos “ficción” se encargó de denunciar, de una forma punzo penetrante, la corrupción, la marginalidad y las complicidades políticas y económicas. Encontrando de esta forma, los brazos abiertos de un público que veía reflejado en la pantalla grande los padecimientos comunes.

Sobre la base de esta sucinta descripción, saltan a la vista las siguientes incógnitas: ¿tiene la base cultural y teórica de cada cineasta algo que ver con el resultado de sus realizaciones?, el cine de los 70 ¿es un reflejo directo de un contexto social? o en cambio, ¿los temas tratados corresponden a una casual coincidencia con la realidad socio-política?